
Imaginar aquel 28 de mayo de 1900, cuando la luna robó por un instante la luz del Mediterráneo, es como intentar atrapar un sueño. Un minuto y trece segundos, un suspiro en la inmensidad del tiempo, donde el día se rindió a la noche. Un momento mágico, irrepetible, que se desvaneció con aquellos que lo presenciaron.
Pero el cielo, generoso en su misterio, nos ofrece un nuevo encuentro con la oscuridad. El 12 de agosto de 2026, España se oscurecerá de nuevo, un eclipse total que nos recordará la fragilidad de nuestra luz. Y unos meses después, el domingo 28 de febrero de 2027, un eclipse anular nos envolverá en su anillo de sombras.
Para nuestra generación, acostumbrada al fugaz espectáculo de los eclipses parciales, quizás parezca un evento común. Pero en el corazón de Alicante, el anhelo de un eclipse total palpita con fuerza. Nos aproximaremos al 100% en 2136 y tendremos uno anular en 2113. Ya, no obstante, en España pasarán algunos, pero en 2053 ó 2180. Así que los que tengan la posibilidad de disfrutarlo, lo hagan, pues será una oportunidad única en la vida, aunque siempre con las garantías de seguridad ocular para mirar al Sol sin peligro.
Eclipse 100% total en Alicante
Retrocedamos en el tiempo, a aquel 1900, cuando Alicante, una ciudad de apenas 50.000 almas, se rindió ante la majestuosidad del eclipse total de sol. Los relatos de la época nos transportan a un mundo de sombras amarillentas, de aire agitado y gorriones silenciados. Un momento de asombro, de plegarias y de aplausos que resonaron en los tejados.

Los astrónomos, con sus pesadas cámaras, intentaron capturar la esencia del fenómeno. La gente humilde, bajo la sombra fugaz, sintió la caricia de una brisa fresca. Y por un instante, las estrellas iluminaron el día, recordándonos la grandeza del universo.
A pesar de que las predicciones indicaban que la sombra del eclipse apenas cubriría 7,1 kilómetros en Elche, y que su duración sería de poco más de un minuto, nuestra región se convirtió en un imán para expediciones científicas de Francia, Inglaterra, Escocia y, por supuesto, España. La elección de Alicante como punto de observación se debió, sin duda, a sus condiciones climáticas excepcionales.
La ciudad de Elche, que en aquel entonces contaba con unos 20.000 habitantes, se vio desbordada por la llegada de casi 24.000 visitantes, entre científicos y curiosos. Esta afluencia masiva provocó serios problemas de alojamiento y, en consecuencia, de orden público, obligando a muchos a pasar las noches al aire libre.
Las comisiones científicas tomaron posesión de las terrazas de los edificios más altos de la ciudad, instalando sus complejos equipos y aparatos. Numerosas casas señoriales en el camino hacia Santa Pola fueron ofrecidas como alojamiento a algunas de estas comisiones, como la francesa, que encontró refugio en la residencia del hospitalario alcalde de la ciudad. Y, por supuesto, la llegada del astrónomo Camille Flammarion, líder de la comisión gala, fue recibida con una ovación multitudinaria.
Los eclipses, más allá de su belleza, desvelan secretos ocultos. Una brisa helada, un descenso en la temperatura, animales desorientados. Las abejas regresaron a sus colmenas, los pájaros revolotearon sin rumbo, los perros ladraron con miedo, y nosotros, los alicantinos, quedamos maravillados durante unos instantes, ante esa majestuosa danza cósmica.
¿Qué cosas ocultas pasan en un eclipse total de Sol?

Una pequeña brisa fresca pasa provocando un ligero descenso en la temperatura y cambios pequeños en la humedad y presión. Pensemos que la temperatura local puede llegar a bajar entre 4 y 5 ºC en los eclipses totales y entre 2º y 3ºC en los anulares.
También tienen interés los cambios observados en el comportamiento de los animales, a los que un fenómeno de la naturaleza de un eclipse total o anular de sol, les deja perplejos, descolocados y en muchos casos asusta. A nosotros, los seres humanos la observación de este fenómeno también nos sobrecoge, aunque hoy en día jugamos con la ventaja de anticiparlos y entender sus causas. Las reacciones humanas cuando no se disponía del conocimiento y la información, no difería mucho de la de nuestros primos los primates y otros animales.
Por comentar algunos de esos comportamientos en animales que se han observado durante eclipses totales de sol, está el de las abejas, que aceleran su vuelo para volver a la colmena lo antes posible. La caída de la luminosidad ambiental (el paisaje se va envolviendo de una luz cenicienta muy extraña), así como los cambios de la temperatura y la humedad del aire, hace que estos y otros insectos empiecen a comportarse de distinta manera. Los pájaros revolotean alterados, sin saber muy bien qué hacer en ese momento. Los gorriones van a sus nidos. Las aves nocturnas, perciben de tienen que volar. El ganado regresa a sus establos cuando llega la repentina y efímera noche, volviendo a salir a pastar cuando vuelve la luz. Y en los animales domésticos más comunes –perros y gatos– se han observado comportamientos contrapuestos. Mientras que los perros se muestran nerviosos y con miedo, los gatos no se alteran y siguen con sus rutinas.
¿Qué es lo que nos espera en 2026?

El 2026 nos espera con los brazos abiertos, un eclipse que rozará la totalidad en Alicante. Un miércoles al atardecer, cuando la ciudad se prepare para encender sus luces. Un momento para alzar la mirada al cielo, para sentir la piel erizada ante la oscuridad que se cierne.
Alejémonos de las luces artificiales, busquemos un horizonte abierto, donde el cielo se funda con la tierra. Protejamos nuestros ojos, pero no nos privemos de la experiencia. Porque la realidad, la verdadera realidad, se encuentra en la inmensidad del universo.
Para los más viajeros podrán aproximarse más al norte para verlo en todo su esplendor. Para más ubicaciones podemos consultar este mapa interactivo del eclipse.
Y aunque el eclipse total de 1900 no se repita en Alicante hasta dentro de mucho tiempo, cada rayo de sol que se oculta en nuestros corazones es un pequeño eclipse personal.

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